Muchos de los problemas y desafíos que atraviesa hoy América Latina y el mundo tienen origen en una crisis de la institucionalidad de la democracia moderna. Pero no una crisis, en términos estrictos, alusiva al caos e inestabilidad, ni a la democracia misma como concepción filosófica y social que evoluciona y se transforma de la mano de los nuevos tiempos, sino en la rigidez de una estructura caduca que se quedó relegada ante las nuevas causas ciudadanas.
Por eso llegamos a la acción política, desde el sentimiento de millones de construir una nueva política sobre la base de una ciudadanía activa, que pasó del encierro a las urnas, de los campos a las calles y de la marginalidad al protagonismo. Una ciudadanía que retó a la institucionalidad para reeditar su camino y construir una nueva historia: la del nuevo poder.
De allí, que nuestro desafío ha sido siempre devolverle el valor a la política, lejos de quienes la convirtieron en una herramienta para el provecho personal o para enriquecerse, no al servicio de los mismos de siempre sino de las mayorías ciudadanas, de la gente. Este es un camino colectivo en el que nos juntan afectos y propósitos comunes como sociedad. ¡Hoy salvarnos como especie es una prioridad!
Creemos que es la ciudadanía la que debe tomar las decisiones, con inteligencia colectiva y de manera colaborativa. Es la verdadera protagonista del desarrollo social, de las transformaciones y de la democracia. La ciudadanía constituye la única forma legítima de ver, entender y hacer la política, por encima de personalismos, banderas y partidos.
Entendemos que no estamos solos, aceptamos nuestra fragilidad y la del planeta entero. Nos cuidamos entre todos, todas, nos reconocemos en la diferencia, nos hacemos responsables de nuestros actos y consecuencias sobre todas las formas de vida. Nos hacemos una sola voz como humanidad y como naturaleza.
Nos adaptamos a las grandes revoluciones sociales, avanzamos al ritmo de los cambios tecnológicos y científicos, los potenciamos para el desarrollo social, el crecimiento productivo incluyente, el consumo responsable y la construcción de comunidad.
La defensa de lo público, el respeto por lo del otro, por lo que es de todos son pilares de todo aquel que tiene una vocación política del servicio al ciudadano. El reto superior se centra en lograr un cambio de mentalidad y de las formas de actuar siendo ejemplo de transparencia y trabajo en equipo.
Reconocemos que Colombia es un país diverso, que cada región y comunidad es un ecosistema complejo que se forma a partir de sus riquezas y carencias. Construimos a partir de ese reconocimiento para evitar soluciones ingenuas y alejadas de realidad social, nos nutrimos del intercambio de experiencias, de los saberes diversos y del poder de la creatividad.
Recuperamos las dimensiones ética y cultural de la política. La entendemos como una herramienta para la construcción de una mejor sociedad, como el espacio para dialogar, debatir y expresarnos en medio del respeto y la diferencia. Resignificamos el valor de las instituciones, del poder público.
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Defendemos la libertad de expresión, garantizamos el derecho a la información pública, transparente, real y completa. Entendemos las redes sociales como un nuevo espacio democrático de la comunicación, como una herramienta para expresarnos, aprender, crecer y formarnos una percepción nutrida y diversa de las realidades sociales. Las redes se usan para validar o cuestionar la legitimidad de las acciones de los gobiernos de manera permanente y en línea, ya no cada cuatro años.
Sabemos que reivindicar las luchas feministas pasa por garantizar su participación activa en escenarios de poder y decisión pero que no es solo eso. Hacer política feminista tiene que ver con sus formas de construcción, con la prioridad y la implementación real de planes que garanticen la equidad de género, con el reconocimiento de la economía del cuidado y con el cambio de fondo de prácticas simbólicas, económicas, políticas y culturales que pongan a las mujeres como actoras sociales en condiciones de igualdad.